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¿De verdad, hubo crisis en el Zinemaldia 2009?

El Zinemaldia de este año apaga los focos que iluminaban las pasarelas de alfombra roja. Apaga las lámparas que alimentaban proyectores de Cine o proyectores digitales. Hay menos luces que el año pasado, menos sesiones de cine (un día menos), una retrospectiva menos. Los ramos de flores que agasajan a las artistas son más pequeños y se han suprimido fiestas y cócteles de clausura. Sin embargo, el Festival sigue tan fuerte como antes. El público, el verdadero protagonista de la fiesta del Cine abarrota las salas sea cual sea el tipo de película proyectada. Los amantes del glamour vitorean a Brad Pitt, Naomy Watts, Robert Duval, Lola Dueñas, Ricardo Darín o Pablo Pineda. San Sebastián respira cine, del bueno, el que permanecerá en nuestra retina y corazón durante 365 días, en el peor de los casos o toda una vida, en el mejor de ellos.

Cada uno encuentra su sitio en este Festival. No es un macro evento compuesto por una saturación bulímica de actos y proyecciones que obligan cruelmente a elegir entre producciones esperadas por todos que abarrotan las salas y otras opciones que se ofrecen en salas completamente vacías. Aquí la más humilde producción en la sección más humilde del Festival tiene garantizada sala repleta, coloquio con los responsables de la película y eco en la prensa. Lo digo por experiencia propia ya que nuestra película “Zuzendu, mesedez!” anunció lleno total las tres veces que fue proyectada al mismo nivel que lo fueron los “Malditos bastardos” de Tarantino / Pitt o la comercial “El secreto de sus ojos” de Campañella / Darín.

Brad Pitt

Brad Pitt. Foto: Andrés Espinoza

Me resulta inútil hacer un balance general del nivel cinematográfico del certamen ya que éste ha sido profusamente comentado en crónicas de medios de comunicación audiovisuales, prensa o Internet. Me centraré, por lo tanto, en lo que ha sido mi Festival. Lo que más he apreciado, fundamentalmente en las secciones menos glamurosas, pero igualmente válidas.

Me han gustado obras redondas como la ganadora de la Concha de Oro “La ciudad de la vida y la muerte” del chino Gao Yu o la injustamente relegada al olvido “El secreto de sus ojos” de Juan José Campanella o “Los condenados” de Isaki Lacuesta. Ellas tres me parecen lo mejor de una sección oficial de nivel similar al de otros años. Que eche de menos la potencia de Lacuesta en sus anteriores propuestas documentales, o que considere que la película de Campanella deje entrever las costuras de su confección no les quita su valor como obras que gustarán al público.

La ciudad de la vida y la muerte

Ganadora de la Concha de Oro “La ciudad de la vida y la muerte” de Gao Yu.

Las mejores propuestas de este año, como casi siempre, nos llegaban desde Zabaltegi en su programación de “Perlas de otros Festivales”. “La cinta blanca” del austríaco Michael Haneke fue la obra maestra que cautivó con su pureza formal en servicio de un análisis lúcido de los mecanismos de la represión generados por el puritanismo social. Una obra que pone los pelos de punta al mismo tiempo que nos fascina por su belleza formal, fría y limpia como un quirófano, afilada como un bisturí. Ante esta película palidecen todas las demás del Festival.

De menor amplitud, pero de gran interés asimismo, me han parecido muy interesantes las propuestas que nos llegaron de Corea: “Mother” de Bong Joon-ho que consigue unir humor, tragedia, introspección psicológica y suspense al servicio de una historia de amor de una madre por su hijo. Cócteles de ingredientes diversos, suministrados con dosificación y pasión. “London River” de Rachid Bouchareb y “Five Minutes of Heaven” de Olivier Hirschbiegel o “Le jour où Dieu est parti en voyage” de Philippe Van Leeuw plantean el difícil reto de la reconciliación entre víctimas. Los conflictos terroristas o genocidas han llenado nuestros pueblos de enemigos en principio irreconciliables. La única solución para recuperar la paz de espíritu pasa por la reconciliación y el perdón. Difíciles ambos, pero necesarios. Son temas mayores de una gran trascendencia social y ética, que implican a la práctica totalidad de la especie humana.

La cinta blanca

“La cinta blanca” del austríaco Michael Haneke.

Este tema se halla presente en varias de las producciones procedentes de Euskal Herria reunidas en una nueva sección del Festival que dignifica al Cine Vasco: Zinemira – Panorama del Cine Vasco. Tanto “Umurage” de Gorka Gamarra sobre el genocidio de Rwanda como “Itsasoaren alaba” de Javi Martínez sobre los asesinados por los GAL, “Zorion perfektua” de Javi Elortegi sobre la pervivencia en el tiempo de una experiencia traumática ligada al terrorismo de ETA u “Ori” de Miguel Ángel Jiménez sobre la tristeza generacional como corolario necesario en los conflictos armados, son obras de gran interés que tratan estos temas con conocimiento y sensibilidad. Nivel alto el que ha esgrimido Zinemira este año ya que “La máquina de pintar nubes” de Aitor Mazo y Patxo Tellería es un retrato muy sensible de las clases populares en los barrios obreros del Bilbao de los 70. “Zuzendu, mesedez!” De Juanmi Gutiérrez recupera la figura del cineasta, coreógrafo y pintor Juanjo Franco de hermoso recuerdo en Eusko Ikaskuntza. Hombre humilde de imaginación desbordante y de un compromiso estético y ético de primer orden. En este sentido tuvimos la oportunidad de ver completo y en versión restaurada por Euskadiko Filmategia-Filmoteca vasca, el cortometraje “Nere Erria” que Juanjo realizó en 1968. A pesar de lo paradójico que resulta constatamos que ha sido la pieza más vanguardista y experimental de todas las cintas vistas en este Festival.

Otro gran hallazgo para mí en esta edición ha sido el descubrimiento de la cinematografía uruguaya. Hasta hoy se pensaba que las únicas cinematografías potentes y creativas de Hispanoamérica eran la Argentina y la Mejicana y que la presencia de Uruguay se limitaba a algún caso aislado como “Whisky” de Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll. En este Festival desechamos la idea de casos aislados para descubrir una escuela de cineastas con una personalidad muy marcada como son con “Gigante” de Adrián Biniez, ganador este año del premio Horizontes o las películas de Daniel Hendler: “Norberto, apenas tarde” o Federico Veiroj con “La vida útil”, ganadores de Cine en Construcción y que verán la luz el año próximo en la estela de lo que fue en el pasado “Norteado” del mejicano Rigoberto Perezcano presente este año en Zabaltegi.

Gigante

“Gigante” de Adrián Biniez, ganador del premio Horizontes.

Más de 250 películas, Más de 350 proyecciones. Un rigor especial en la selección a partir de los más de 1800 títulos recibidos. Salas abarrotadas. Reflexión responsable sobre el reparto de presupuestos para la edición de 2010, que ya esperamos. Satisfacción general.

¿Dónde está la crisis?

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